
Cambios anatomicos y fisiologicos en el embarazo
Cambios anatómicos durante el embarazo pdf
Contenidos
El embarazo comienza cuando el embrión en desarrollo se implanta en el revestimiento endometrial del útero de la mujer. La mayoría de las mujeres embarazadas no presentan ningún signo o síntoma específico tras la implantación, aunque no es infrecuente que experimenten un sangrado mínimo.
Tras la implantación, el endometrio uterino se denomina decidua. La placenta, formada en parte por la decidua y en parte por las capas externas del embrión, conecta el embrión en desarrollo con la pared uterina para permitir la absorción de nutrientes, la eliminación de residuos y el intercambio de gases a través del suministro de sangre de la madre.
La mayoría de las mujeres embarazadas experimentan una serie de síntomas que pueden significar un embarazo. Entre los síntomas se encuentran las náuseas y los vómitos, el cansancio y la fatiga excesivos, las ganas de comer ciertos alimentos que normalmente no se buscan y la micción frecuente, sobre todo durante la noche.
Hay una serie de signos médicos tempranos asociados al embarazo. Estos signos suelen aparecer, si es que aparecen, en las primeras semanas después de la concepción. No todos estos signos están presentes de forma universal, ni son diagnósticos por sí mismos; sin embargo, tomados en conjunto, pueden hacer un diagnóstico presuntivo de embarazo.
Cambios psicológicos en el embarazo
Los cambios fisiológicos maternos en el embarazo son las adaptaciones que el cuerpo de la mujer embarazada experimenta durante el embarazo para acomodar al embrión o feto en crecimiento. Estos cambios fisiológicos son totalmente normales e incluyen cambios conductuales (cerebro), cardiovasculares (corazón y vasos sanguíneos), hematológicos (sangre), metabólicos, renales (riñones), posturales y respiratorios (respiración). El aumento de la glucemia, la respiración y el gasto cardíaco son cambios esperados que permiten al cuerpo de la mujer embarazada facilitar el crecimiento y desarrollo adecuados del embrión o feto durante el embarazo. La mujer embarazada y la placenta también producen muchas otras hormonas que tienen una amplia gama de efectos durante el embarazo.
Las mujeres embarazadas experimentan numerosos ajustes en su sistema endocrino que ayudan a mantener al feto en desarrollo. La unidad feto-placentaria segrega hormonas esteroides y proteínas que alteran la función de varias glándulas endocrinas maternas. A veces, los cambios en los niveles de ciertas hormonas y sus efectos en los órganos a los que se dirigen pueden provocar diabetes gestacional e hipertensión gestacional.
Cambios en las vías respiratorias durante el embarazo
Sin la señal de la hCG, el cuerpo lúteo del ovario se apagaría y el ciclo menstrual terminaría con el desprendimiento del endometrio. Cuando se segrega hCG en la circulación, el cuerpo lúteo se mantiene y sigue segregando progesterona durante las siguientes 9 semanas. La interacción entre la hCG y la progesterona del cuerpo lúteo mantiene el embarazo durante los primeros meses.
La función principal de las dos principales hormonas del embarazo, el estradiol y la progesterona, es clara: mantener el embarazo y favorecer el crecimiento y la maduración de la placenta y el feto. Los efectos de esas dos hormonas llegan mucho más lejos: orquestan todo el metabolismo materno, modificando la circulación sanguínea, el metabolismo energético, la excreción de residuos y el metabolismo óseo.
El estradiol -la forma de estrógeno producida por la placenta- mantiene el embarazo regulando la progesterona, estimulando la maduración de los órganos fetales, aumentando el flujo sanguíneo uterino, estimulando el crecimiento del útero, preparando el pecho para la lactancia y modulando el sistema renina-angiotensina. La progesterona ayuda a establecer la placenta, calma los músculos lisos del útero para evitar las contracciones uterinas y relaja los vasos sanguíneos.
FIGURA 1. Alteraciones de la frecuencia cardíaca (FC, latidos/min) y del volumen sistólico (VS, mL) durante el embarazo. El eje X representa la edad gestacional en semanas. NP representa el estado de no-embarazo (Figura adaptada de Robson et al., 1989).
A partir de las 6-8 semanas de gestación y alcanzando un máximo a las 32 semanas, el volumen sanguíneo materno aumenta en un 40-50% por encima de los volúmenes no preñados (Hytten y Paintin, 1963). Esto, unido a la disminución de la concentración de albúmina sérica, conduce a una disminución de la presión osmótica coloide del suero y a una anemia hemodilucional. Debido al aumento de la distensibilidad de los ventrículos derecho e izquierdo en el embarazo, la oclusión pulmonar y las presiones venosas centrales permanecen fijas (Bader et al., 1955). Aunque el origen exacto del aumento del volumen sanguíneo no se conoce del todo, el mecanismo puede ser la vasodilatación mediada por el óxido nítrico y el aumento de la producción de arginina-vasopresina y de la actividad de los mineralocorticoides, con retención de agua y sodio, lo que conduce a la hipervolemia (Winkel et al., 1980). Se cree que la hipervolemia inducida por el embarazo proporciona una ventaja de supervivencia a las mujeres embarazadas, protegiéndolas de la inestabilidad hemodinámica con la pérdida de sangre en el momento del parto (Carbillon et al., 2000; Pacheco et al., 2013).
Posts Relacionados

¡Hi! Soy Ezequiel Acevedo, y escribo sobre diversos temas de actualidad para que estés informado.