
El martirio de san felipe ribera
San Felipe
Tema popular en la Italia y España de la Contrarreforma, la obra de Ribera, profundamente conmovedora, retrata los últimos momentos del apóstol antes de ser desollado vivo. El espectador debe empatizar con Bartolomé, cuyo cuerpo parece atravesar la superficie del lienzo, y cuyos brazos extendidos abrazan una luz mística que ilumina su carne. Sus ojos penetrantes, su boca abierta y su mano izquierda suplicante denotan una intensa comunión con lo divino; sin embargo, esta misma mano llama nuestra atención sobre los instrumentos de su tortura, colocados simbólicamente en forma de cruz. El verdugo parece haberse detenido ante la fe activa de Bartolomé, y su ceño fruncido y su rostro parcialmente iluminado sugieren un momento de duda, con la posibilidad de conversión.
El uso de fuertes contrastes de luz y oscuridad y el extremo naturalismo revelan la influencia de Caravaggio, cuya obra Ribera habría visto tanto en Roma como en Nápoles, donde vivió desde 1616 hasta el final de su vida. Sin embargo, a diferencia de Caravaggio, Ribera ha animado el lienzo con una variedad de pinceladas y texturas, lo que permite al espectador involucrarse aún más con esta pintura de gran carga psicológica.
Martirio de San Pedro
Durante mucho tiempo se pensó que este cuadro representaba el martirio del apóstol Bartolomé; un acontecimiento que Ribera había pintado varias veces. Sólo en 1953 la historiadora del arte Delphine Fitz Derby estableció que el tema es el apóstol Felipe[1] Tras la resurrección de Jesús, Felipe y su hermana Mariamne predicaron junto a Bartolomé en Grecia, Frigia y Siria. Fue martirizado en Hierápolis cuando fue crucificado.
Ribera capta el momento en que los preparativos para la crucifixión están todavía en curso. Lo hace desde una perspectiva baja, dando monumentalidad a los protagonistas y mostrando gran parte del cielo azul. Dos verdugos intentan levantar al apóstol, mientras un tercero sostiene una de sus piernas. La luz del sol ilumina su rostro, que muestra dolor y resignación. El contraste de luces y sombras realza el efecto dramático[2].
A la derecha hay un grupo de curiosos que parecen comentar el acontecimiento. A la izquierda, en cambio, las personas que aparecen son ajenas a lo que ocurre; hay una mujer que sostiene a un niño pequeño en brazos y mira hacia el espectador, poniendo un contrapunto tierno y delicado a la crueldad que domina el resto de la escena[2] Algunos críticos han querido ver en esta figura una alegoría de la Caridad.
Hechos del apóstol Felipe
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Cómo murió el apóstol Felipe
Durante mucho tiempo se pensó que este cuadro representaba el martirio del apóstol Bartolomé, acontecimiento que Ribera había pintado varias veces. Sólo en 1953 la historiadora del arte Delphine Fitz Derby estableció que el tema es Felipe el Apóstol[1] Tras la resurrección de Jesús, Felipe y su hermana Mariamne predicaron junto a Bartolomé en Grecia, Frigia y Siria. Fue martirizado en Hierápolis cuando fue crucificado.
Ribera capta el momento en que los preparativos para la crucifixión están todavía en curso. Lo hace desde una perspectiva baja, dando monumentalidad a los protagonistas y mostrando gran parte del cielo azul. Dos verdugos intentan levantar al apóstol, mientras un tercero sostiene una de sus piernas. La luz del sol ilumina su rostro, que muestra dolor y resignación. El contraste de luces y sombras realza el efecto dramático[2].
A la derecha hay un grupo de curiosos que parecen comentar el acontecimiento. A la izquierda, en cambio, las personas que aparecen son ajenas a lo que ocurre; hay una mujer que sostiene a un niño pequeño en brazos y mira hacia el espectador, poniendo un contrapunto tierno y delicado a la crueldad que domina el resto de la escena[2] Algunos críticos han querido ver en esta figura una alegoría de la Caridad.
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